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El presidente de los Consejos de Estado de Suiza afirma que un ciudadano con un sentido justo de su identidad es capaz integrarla en otras

15/10/2013
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El presidente de los Consejos de Estado de la Confederación Helvética, Filippo Lombardi, ha explicado en la Universidad CEU San Pablo, en un acto organizado por el Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, las claves del modelo constitucional suizo. Un sistema que sólo nominalmente responde al de confederación, ya que esencialmente reúne las características de una federación, según ha observado el ponente.

 


El cantón es la célula originaria de la federación suiza es decir, el modelo se construye desde abajo hacia arriba. “Todas las competencias básicas están en los cantones” y la Constitución sirve de herramienta para los ajustes que eventualmente se precisen. “La Constitución suiza no es un texto escrito en piedra sino un instrumento de trabajo para la distribución de competencias”, ha expresado el mandatario suizo.
 

 

Así pues, Suiza ofrece, en el plano institucional, una dilatada experiencia en la integración de regiones con distintas identidades y lenguas. La clave para armonizarlas y evitar problemas de nacionalismo es “la justa consideración de las minorías”. Éstas deben tener “su espacio, las competencias y la posibilidad de desarrollarse”, de modo que no germine en ellas un “sentimiento antinacional”.

 


Esta reflexión le ha dado pie a Lombardi para aludir al encaje de los sentimientos de identidad territorial en el seno de comunidades e instituciones más amplias. “Estamos en tiempos de globalización, pero la verdad es que los hombres quieren seguir teniendo su raíz y su identidad. Lo uno no tiene que por qué negar lo otro. Si uno tiene un sentido justo de su identidad es capaz de integrarla con otras. Uno puede sentirse catalán, al mismo tiempo español y, además, ciudadano de la Unión Europa”, ha dicho en relación al caso de Cataluña. Una cosa parecida a lo que sucede en los propios cantones, donde los habitantes se sienten “ciudadanos de su cantón y también ciudadanos suizos”.
 

 

El interés de la exposición de Lombardi ha residido en gran medida en comprobar cómo funciona un estado federal, plurilingüe y en el que están muy presentes fórmulas de democracia directa, como los frecuentes referéndums legislativos. La voluntad popular tiene tal peso que el Tribunal Federal no puede ejercer funciones de control constitucional. La última palabra de cada tema “siempre puede quedar para el pueblo y no es imaginable un tribunal que tenga más poder que el pueblo”, ha manifestado.

 


Como ha subrayado el dirigente suizo en varios momentos, la clave de bóveda del sistema es el “respeto a los cantones” y a su soberanía. Soberanía que también incluye “la fiscal y financiera” y la relativa a los idiomas y la enseñanza, cuestiones que cada cantón “arregla como le place”.

 


El correcto funcionamiento de este entramado de unidades con amplia autonomía requiere, ha advertido el político suizo, que “todos los cantones sean iguales. No hay autonomías particulares, pues no se podría trabajar con este sistema si hubiera cantones de diversas categorías”.
La arquitectura institucional “desde el cantón a la federación” ha dado lugar a una administración pública bastante equilibrada. El peligro de la saturación administrativa se corre, a juicio de Lombardi, más en modelos construidos a partir de una descentralización desde arriba hacia las partes. En estos casos, si la descentralización no se acompaña de reducción de administraciones y funcionarios en el nivel central, “se crean duplicidades”.

 


El ponente ha estado acompañado por el director del Instituto CEU de Humanidades Ángel Ayala, José Peña, institución organizadora del acto, y el rector de la Universidad CEU San Pablo, Juan Carlos Domínguez Nafría.
 

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