“En Septiembre hay menos ansiedad ante el examen de selectividad”, explica el profesor de Psicología de la Universidad CEU San Pablo, Fernando Miralles. Una de las causas de esta mayor tranquilidad radica en que para muchos de los estudiantes “no es la primera vez que afrontan esta prueba”.
Asimismo, en Septiembre no es tan acuciante el factor que hace tan emocionalmente exigente la prueba de acceso a la Universidad: la presión no sólo por aprobar, sino por obtener una calificación que permita cursar la carrera deseada. “Al no haber plazas en la carrera universitaria que se quería hacer inicialmente, lo que se busca es el aprobado. Es importante recordar que, los alumnos que no aprueben la selectividad en septiembre podrán realizar un Módulo Superior de dos años y aprobándolo podrán estudiar la carrera que desee”, comenta Miralles.
A lo expuesto se une el hecho de que en la segunda convocatoria parece ya más difuminado el “miedo a defraudar a la familia o a separarse de los compañeros con los que, en principio, se había proyectado compartir carrera”. Esto tiene que ver con el poso de mesura que el tiempo va dejando en las cosas. “Al haber pasado un tiempo prudencial, este objetivo lo suele haber superado psicológicamente el alumno, al haber objetivado que lo urgente e importante en este momento es aprobar la selectividad”.
A pesar de estas condiciones más favorables, la Selectividad no deja de ser un momento que exige mucho desgaste, por lo que tampoco es de extrañar que los examinandos sufran estados de ansiedad, lo que se manifiesta en “irritabilidad, agresividad, susceptibilidad, insomnio, aparición de pensamientos negativos, dificultades al hablar o tartamudeo, miedo a fallar, a quedar paralizado o quedarse en blanco y deseo de huida”, describe Miralles. El profesor de la Universidad CEU San Pablo es coautor del libro ‘Cómo enfrentarse con éxito a exámenes y oposiciones’, en el que analiza este fenómeno y propone soluciones para combatirlo.